Muchas veces recibimos preguntas sobre nuestro método de enseñanza, vinculadas a cómo se estimula la creatividad. Estas preguntas generalmente son realizadas por los padres de los alumnos más chicos, lo cual es genial porque significa que existe una intención muy difundida por ocuparse de cómo aprenden sus hijos.
Nuestra experiencia nos indica que, hoy por hoy, hay muchos padres, abuelos y tíos que acompañan las preferencias de los chicos y que cuando le indican que quieren dibujar y pintar, se preocupan por encontrar un espacio de arte que contemple las expectativas de los chicos.
Ahora bien ¿Qué esperan los chicos en cuanto al arte? Seguramente, aquellos niños que llegan a un taller de arte lo hacen porque cumplen algunos de estos requisitos (o todos):
ü Se pasan horas y horas con papel y lápiz
ü Dibujan muy bien y quieren hacerlo mejor
ü Les gusta mucho dibujar pero les cuesta hacer tal o cual cosa
ü Alguien en casa gusta del dibujo y la pintura
Pero la creatividad no es sólo un tema infantil sino que también interesa a los adultos que sienten ganas de crear. Una diferencia grande es la percepción de sí mismo que tiene el alumno según su edad. En los adultos el deseo (artístico) aparece velado por una serie de ideas, prejuicios, frustraciones, ansiedades, ilusiones. En los niños es bastante más directa la relación con su necesidad respecto al arte. Las ganas son un factor indispensable a la hora de crear, por eso, lo mejor es utilizar un método que nutra esas ganas. Más allá de las ideas que existan alrededor de la “creatividad”, lo que los chicos esperan es dibujar mejor, pintar mejor y así tener las herramientas para hacer realidad las cosas que imaginan.
Pasando en limpio: a la hora de crear, uno crea combinando los elementos que tiene disponibles (materiales, conocimientos, sentimientos, capacidades, técnicas, etc.). Nuestra forma de enseñar hace hincapié en brindarle a los alumnos más herramientas. Más herramientas técnicas y conceptuales, significan más posibilidades de crear, más posibilidades de llevar a cabo las ideas y sobre todo más posibilidades de tener ideas nuevas.
Así es que muchas veces el “dibujá lo que quieras” o “pintá lo que sentís”, son disparadores que los alumnos a veces no pueden llevar a cabo porque no tienen las herramientas para hacerlo y/o porque simplemente “no se me ocurre nada”.
Por eso el desarrollo creativo debemos basarlo en el acompañamiento de los gustos y las intenciones de los alumnos, a través de la transmisión de conocimientos artísticos, de la enseñanza de técnicas y prácticas que les den a los alumnos la libertad de crear.
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