Muchas son las experiencias que tenemos para contarles sobre adultos mayores participando en talleres de arte. Sin duda que el arte es una gran distracción y funciona a nivel terapéutico. No obstante el vínculo con el arte, como lo entendemos en Talleres de Arte el Puente, abarca mucho más que eso y sobre todo una relación más estrecha con el buscar ser artistas.
Es muy frecuente que los adultos mayores o algún familiar hagan una primera aproximación para empezar un taller de dibujo y pintura. Lo que es menos frecuente es que tengan la confianza de llegar más lejos que sólo distraerse.
Nuestra experiencia nos marca que los progresos son inmensos en el transcurso del año de trabajo. El transcurso de las clases trae consigo un autodescubrimiento de lo que se es capaz de hacer. La magia ocurre cuando la noción, un poco marchita, de “matar el tiempo” queda atrás en el camino y se abren paso los objetivos artísticos. Ya no la clase para evitar el aburrimiento sino por el deseo de ser capaz de realizar tal o cual obra. Esta estrella que es el arte pasa a ser un objetivo vivo. Es un objetivo porque está ahí adelante para ser perseguido. Y está vivo porque se mueve, porque no se alcanza nunca pero el trayecto se disfruta. Se disfruta tanto que se convierte en el motor y mientras andamos aprendemos y mientras aprendemos crecemos.
Nuestro concepto de salud es que “sano es aquel que puede abordar los problemas que tiene”, no quien no los tiene (ya sea un grupo o un individuo). El taller arte no genera salud porque dis-trae sino porque trae problemas hermosos. Desafíos creativos, divertidos. Desafíos que con la dinámica adecuada y el respeto de los tiempos de desarrollo, están al alcance de cualquiera.
Por lo tanto tener 70, 80 o 20 años, frente al arte, nos habilitan de igual modo a buscar el máximo que podamos dar y buscando de la manera adecuada los objetivos se alcanzan y se pasa inmediatamente al objetivo siguiente; y el camino se hace interesante, divertido y reconfortante.
El camino se puede empezar a cualquier altura de la vida, el camino para convertirnos en artistas capaces de enamorarnos de nuestras obras.
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